
Cuentan que, antes de convertirse en el famosísimo par de brillantes cerezas, el logotipo de la discoteca Pachá fue un ojo sesentero. Pero Ricardo Urgell, el fundador, decidió que la imagen de una fruta juguetona y fresquita funcionaría mejor. Y acertó.Lo que ignoramos es si Urgell sabía que la pareja de cerezas ha sido, desde antiguo, un símbolo sexual. En concreto, de los testículos. De ahí que aparezca en obras como La nave de los locos, de El Bosco, en la mesa a la que se acercan los amantes desnudos y sobre todo, en multitud de postales y fotos picantes de principios del siglo XX. La imagen clásica: una chica con ojos picaruelos, sosteniendo cerca de sus labios un par de colgantes cerezas gemelas que está apunto de engullir…Vamos, que si la flor del cerezo evoca la pureza, por el contrario, nos trae a la mente, de forma inconsciente, una vitalista sugerencia de erotismo sin fin.Por C. Vidal. El Mundo.
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