El día después, de días de excesos de fiestas me deja siempre una sensación extraña. Han sido 9 días de fiestas y al repasar algunos momentos de esos días, parece como que no los he completado. Y el caso es que tampoco previamente me había planteado nada o casi nada. De todas las maneras he tenido momentos buenos en los que he participado de la presencia de los demás; con alguna persona, menos de lo hubiese querido. Para que no me sea tan dura, la transición a la vida normalizada, he quedado a cenar en el Olivo con el Rafa que han estado todas las fiestas trabajando duro en el Alameda y al que espero le haya ido bien. Luego me lo cuenta. Que nada que no caigáis en el estrés pos-fiestas que lo mejor de nuestras vidas está por llegar, con fiestas y sin ellas, pero sobre todo con amigos.
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Siempre hay una sensación de vacío en una población y en sus habitantes cuando unas fiestas bulliciosas y sus alegrías llegan a su fin. Pero, como bien dices, siempre vienen cosas mejores: las lecturas, la familia, los amigos... ¡Que estos no falten nunca! ¡Un abrazo!
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