El día 4 julio hará 38 años que me quedé sin padre, tenía entonces 19 años y murió justo el mismo día que me hacían fijo, en la Balay en Zaragoza.
Fue un hombre de campo, toda su vida arañó la tierra y sus manos se aplastaron con el mango de la azada. A los 11 años se quedó huérfano y ya como un “hombrecico”, hubo de seguir las labores del campo, pues era el mayor de todos sus hermanos. Poco estuvo en la escuela, aprendió a leer por las noches, un pastor le enseñó también las cuentas.
Se casó tarde, con 44 años, mi madre tenía 37, era ya, lo que en los pueblos se llama un “mozo viejo”. Si se descuida un poco yo no existo.
Me acuerdo muchas veces del él y tengo ese sentimiento, frustrante, de haberlo conocido poco, ya que de los 12 a los 18 años, estuve interno en el seminario y después me fui a Zaragoza.
Todos nos sentimos orgullosos de nuestros padres, son los mejores del mundo y quieren para sus hijos un futuro mejor que el de ellos. Es así en el noventa y nueve por ciento de los casos y en el mío, es del cien por cien. No se opuso a que me fuera a estudiar al seminario, cuando seguro, el haber ido como con él al campo, hubiera sido de mucha ayuda.
Esto es todo lo que quería decir hoy de mi padre. Te agradezco que me trajeses al mundo y que no te defraudo ni te defraudaré, pues me empeño, cada día que pasa, en ser mejor persona, como tú lo fuiste. Ese es el ejemplo que siempre quise seguir,de ti, en esta vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario